Ayer tarde llegó la noticia de un nuevo asalto de los bandidos de la carretera contra un camión de comerciantes que se dirigía hacia el mercado de X. En la ráfaga para detener el camión murió en el acto una mujer de Y. Iban unos militares camuflados en el camión que repelieron el ataque. Uno de los bandidos no logró huir y fue traído hasta Y. Todo es posible con este pobre infeliz: si es pariente de algún jefazo, el asunto se irá olvidando, si no tiene valedor puede acabar sus días con un tiro en la nuca detrás de cualquier matorral.
Lo escribe una persona que lleva bastantes años en un poblado del Chad realizando proyectos de desarrollo y ayudando a la comunidad a salir delante, gracias a fondos que reciben de Europa. En mi opinión, con lo que conozco a partir de los boletines que envía, no sufre de problemas que sí tienen otras organizaciones de ayuda externa. Realiza acciones muy localizadas y concretas, nada de grandes planes como acabar con la pobreza en 2015, con ayuda y colaboración de la gente local. Más bien un enfoque bottom-up bastante interesante en el terreno de la ayuda externa.
Pues bien, en ese párrafo están presentes varios de los problemas más graves de esas sociedades (obviamente, lo del título es una exageración). En primer lugar, la falta de seguridad frente a agresiones externas de bandidos o criminales, que aumenta la incertidumbre y desincentiva actividades productivas (¿me asaltarán en el camino?). Se sobreentiende que esos ataques y asaltos son continuos y no algo anecdótico.Este problema hace también que se desvíen recursos hacia actividades de protección frente a los bandidos, mientras que ésos recursos podrían haberse destinado a usos más productivos.
Además, falta de seguridad jurídica y elevada corrupción (si está bien relacionado, el criminal se saldrá con la suya y volverá a estar suelto por ahí, sin haber recibido ningún rapapolvo. Si no tiene contactos, le podrá pasar cualquier cosa).
Ambos son problemas institucionales que están presentes en los países pobres, y que son una razón de que permanezcan en ese estado. Luego existen otros problemas importantes, uno de los cuales es el pésimo estado de las infraestructuras y vías de comunicación, que hacen que los viajes para transportar mercancías, o enfermos a un hospital, sean una odisea, especialmente en épocas de lluvias con caminos embarrados donde los coches y camiones apenas pueden circular (vemos aquí la dependencia de los vaivenes climáticos y de la naturaleza, cosa que en parte es superada en las sociedades ricas).
Pero, la cuestión clave es: si los problemas institucionales que he puesto arriba no existieran, ¿se solucionarían “rápidamente” y de forma autónoma los problemas de infraestructuras (y podríamos añadir, de educación, sanidad…)? ¿O serían necesarios fuertes impulsos de la intervención estatal o de ayudas externas?
Ángel Martín
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