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El enfoque económico del comportamiento humano

El trabajo de Gary Becker en general, y el ensayo que da título a este artículo en particular, representan quizás la defensa más consistente y célebre del enfoque económico neoclásico, y de su potencial para analizar cuestiones que tradicionalmente habían quedado fuera del ámbito del análisis económico –los problemas de asignación de recursos escasos en contextos mercantiles-.

El Premio Nobel de 1992 empieza el texto haciendo una revisión de las distintas definiciones de Economía, tras lo cual sostiene que el punto distintivo de la economía respecto a otras disciplinas no es el contenido, sino el enfoque. Éste se basa en tres pilares básicos: a) el comportamiento optimizador de los agentes (por el cual maximizan funciones de utilidad o beneficio sujetos a unas restricciones), b) el equilibrio del mercado (por el que existe coordinación entre las dispares decisiones de los agentes), y c) las preferencias estables (un supuesto más bien instrumental que sirve para generar predicciones).

Este enfoque, argumenta Becker, es útil tanto para analizar el comportamiento del consumidor en el mercado de automóviles, como el de los hombres y mujeres solteros en busca de pareja, o el de los padres de familia que tienen que decidir si tener o no hijos. “El enfoque económico es tan amplio que es aplicable a todo comportamiento humano”, básicamente porque éste “no está compartimentado”: el agente económico no actúa de forma diferente en un ámbito como el mercado de trigo, que en el tema de la salud, los suicidios o las creencias religiosas. En todos ellos actúa racionalmente, maximizando su utilidad subjetiva sujeta a las restricciones que se le imponen, con unas preferencias estables, y una cantidad de información óptima –que también se obtiene por análisis coste-beneficios-.

No obstante lo anterior, Becker no niega que la conducta humana esté influenciada por numerosas “variables no económicas”, ni minusvalora las aportaciones que otras disciplinas –como la sociología o la psicología- puedan hacer para mejorar nuestra comprensión sobre el comportamiento humano.

Personalmente, el artículo y la tesis de Becker me parece una interesante provocación que obliga a pensar sobre las limitaciones del enfoque neoclásico y del conocimiento de los economistas. Estas reflexiones no son solamente interesantes desde un punto de vista teórico, sino también práctico-político, dado que es a partir de modelos económicos derivados de estos principios teóricos que se analizan distintas políticas. A la luz de éstos los economistas propondrán unas medidas u otras, según unos criterios determinados.

Tres puntos y preguntas son los que suscita la tesis de Becker:

1. ¿Hasta qué punto es realista y útil la concepción del agente económico –homo economicus- que esboza Becker, a saber, que todo comportamiento es optimizador de una función de utilidad existente sujeto a determinadas restricciones? ¿No sería más adecuado tener en cuenta también el carácter de seguidor (rule-following behavior) de normas que caracteriza también al ser humano, más allá de la optimización?

2. Aun admitiendo que la economía debiera dedicarse a generar predicciones útiles, como defiende Becker implícitamente: ¿hasta qué punto se pueden realizar precisas predicciones acerca de la conducta de los seres humanos, que no siempre responden de la misma forma a unas mismas circunstancias externas? ¿No estaremos pidiendo algo a la economía que no puede dar, prostituyendo así el verdadero alcance y objeto de la disciplina de la economía?

3. Por otro lado, intuitivamente, pienso que nos repele -¿emocionalmente?- la idea de que debamos analizar desde el mismo enfoque conductas tan aparentemente dispares como la compra de una lavadora, la elaboración de una obra artística o el matrimonio. Tratando de superar esta repulsión inicial, ¿es éste un enfoque adecuado?, ¿dónde quedan las normas morales o la existencia de reglas formales que guían el comportamiento, en la perspectiva de Becker?

Quizás un enfoque económico con una caracterización más rica del agente económico, centrado en el ser humano de carne y hueso, permitiría un acercamiento a estas problemáticas más realista. No obstante, no debe ocultarse que el enfoque de Becker ha permitido numerosos estudios sobre la conducta humana en contextos no mercantiles desde el enfoque económico, que deberían considerarse para analizar más cuidadosamente los pros y contras de este enfoque.

Ángel Martín

2 de noviembre de 2010

1 comentarios:

  1. El problema que ya señalas bien, es que la economía es una ciencia "residuo", donde tratamos de hacer diagnósticos con las sobras de otra: Intentamos tratar lo que otra gente aprende como capital humano, o transformar una obra o una inversión con un determinado efecto en una cifra.

    Mientras algún ser humano tenga una preocupación más que la economía, esto parece que no va a funcionar para llevarnos mucho más lejos, para desgracia nuestra.

    Aunque las leyes morales son un patrón de comportamiento, como si a alguien le gusta poner los gustos dentro del asunto. Pon el ejemplo tan simple los urinarios: En occidente lo consideramos algo indispensable tener a mano; en India con tener uno por pueblo e ir cada día les sobra. Allí se junta desde las ideas morales que tengan, lo que consideran higiénico, lo que creen que es un derecho natural y lo que les parezca correcto. Pero es algo a lo que se da un enfoque distinto. Y puedes dar mil explicaciones distintas para ello. ¿Puede ser considerada alguna correcta?