En el contexto de la crisis económica en los Estados Unidos, varios han sido los que han culpado de su prolongación excesiva a la incertidumbre derivada de las políticas económicas. Los gobiernos llevan ya tiempo creando un marco de políticas incierto, en el que los inversores y empresarios no se encuentran muy cómodos. La incertidumbre no es la mejor acompañante de viaje de quienes invierten y arriesgan su propio capital, aunque nunca puedan despegarse de ella dada la naturaleza del mercado y la sociedad.
Especialistas como el historiador económico Robert Higgs, encuentran paralelismos en la situación actual con la de la década de los 30, la de la Gran Depresión. Para explicar lo acontecido en aquella dramática era, Higgs desarrolló el concepto de “incertidumbre de régimen”, sosteniendo que la actividad imprevisible, extendida y frenética de los legisladores de la Administración del presidente Roosevelt -fruto del New Deal-, y una retórica y pose pública nada favorable a la libre empresa, generaron un ambiente de incertidumbre extrema acerca del futuro marco institucional de la economía norteamericana (relacionado principalmente con los derechos de propiedad y el aseguramiento de la obtención intacta de las rentas de la inversión por parte de los inversores), que pusieron un freno a la inversión privada de largo plazo, principal motor del crecimiento.
Tengamos en cuenta que la inversión privada, sobre todo la de largo plazo, es altamente dependiente de las expectativas que los agentes tengan acerca de la futura evolución de la economía, tal y como se reconoce ampliamente en la actualidad desde todas las corrientes teóricas, desde los keynesianos, a los neoclásicos, pasando por los austriacos. Y dentro de estas expectativas, una elevada incertidumbre tiene un claro efecto negativo. Ésta, que es inevitable y ubicua, varía en grados, y puede ser suavizada o incrementada por las políticas gubernamentales.
En este caso, lo que Higgs ha estudiado es lo que puede suceder cuando, en contexto de recesión económica, el gobierno se propone intervenir masiva y desorganizadamente en la economía y el orden social. Dado que los agentes perciben las actuaciones gubernamentales como inciertas, las condiciones futuras del marco institucional en el que se desarrolla la actividad económica, y que dependen parcialmente de éstas, también lo serán.
¿Y a qué se debe en la actualidad esta incertidumbre de régimen en Estados Unidos? Higgs señala varias causas particulares: los desarrollos de los mercados de deuda pública norteamericana, dada la explosión del déficit y la deuda pública en los últimos años; los posibles nuevos impuestos que se pueden introducir para financiar todo el nuevo gasto, o la revisión de las características de los impuestos ya existentes; las grandes cargas potenciales sobre los negocios que puede suponer la introducción de nuevas regulaciones medioambientales y energéticas, además de la incierta y ambiciosa reforma sanitaria que se está discutiendo; o la nueva supervisión y marco regulatorio gubernamental que puede introducirse para evitar los riesgos sistémicos y reformar el sistema financiero americano.
Saliendo de Estados Unidos, la línea argumental de Robert Higgs puede servirnos para aplicarla a Europa en general, y a España en particular. Por un lado, las contradicciones y virajes de la Administración Zapatero en materia de política económica, ha podido ser una fuente de desconfianza e incertidumbre adicional, haciendo más difícil la toma de decisiones de los agentes del sector privado.
Por otro lado, no cabe duda de que la actual situación en los mercados de deuda española con todas sus implicaciones, supone otra fuente, muy importante me temo, de preocupaciones e inquietudes para los inversores. La pésima gestión del Gobierno socialista, y los males endémicos que azotan a la economía española, han conseguido que se tenga dudas de la solvencia del Estado español para hacer frente a las necesidades financieras futuras.
Las consecuencias de una futura quiebra soberana, o la necesidad de rescate por parte de Europa, son difícilmente previsibles en su totalidad, pero lo que sí es cierto es que estas incertidumbres son un cáncer para la recuperación, un factor agravante de nuestra ya profunda crisis económica.
Pocos, o nadie, saben qué va a ser de la economía española en unos meses. ¿Se llevarán a cabo las reformas necesarias? ¿Convencerá la actual administración de la buena salud de la economía y las finanzas públicas españolas? En caso contrario, ¿qué debemos esperar?
En este contexto, ¿quién va a ser el valiente que invierta en España?
Por Angel Martín
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