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Las necesidades de la economía española

En la actualidad, España se enfrenta a un cuadro económico que acumula graves desequilibrios fruto de la etapa expansiva, y la falta de reformas económicas en el pasado. A saber: (1) una excesiva concentración de recursos en el sector inmobiliario; (2) un elevado endeudamiento de empresas y familias; (3) y unos riesgos potenciales para la competitividad como consecuencia de una década de aumentos de costes y precios superiores a los de la Unión Monetaria. Estos graves desequilibrios amenazan el potencial de crecimiento futuro de la economía y ponen en entredicho la recuperación si no son atajados con valentía y determinación por parte del gobierno con el soporte mayoritario de las fuerzas políticas.

Además de estos tres desequilibrios principales, la economía española acumula dos desequilibrios adicionales que a día de hoy debieran ser las dos grandes prioridades en materia de política económica: (4) un rápido deterioro de las cuentas públicas. Traducido en una aumento exponencial del binomio déficit/deuda con los riesgos globales para la economía que ello supone, y (5) el intenso aumento del desempleo. En primer lugar, el crecimiento acelerado del binomio déficit/deuda puede provocar subidas de tipo de interés para compensar una subida del riesgo si dicho endeudamiento no va acompañado de toda una serie de reformas estructurales que permitan reactivar la economía poniendo en entredicho la solvencia del país. Además, dicho aumento del endeudamiento dificulta, aún más, el acceso al crédito del tejido productivo, ya que es el sector público el que monopoliza la captación de fondos.

En segundo lugar, la desproporcionada evolución de nuestra tasa de desempleo durante la fase contractiva del ciclo ha puesto de manifiesto las deficiencias institucionales de nuestra economía, especialmente en el mercado de trabajo, que además tienen un grave impacto sobre nuestro tejido empresarial, principal activo para nuestra recuperación. Esta desproporcionada tasa de paro supone un obstáculo adicional para el ajuste de las finanzas públicas, el saneamiento y reestructuración de las instituciones financieras y, en definitiva, para la recuperación del crecimiento en una especie de círculo vicioso del que sólo saldremos con una profunda reforma de nuestro mercado laboral.

Con este cuadro macroeconómico resulta imprescindible un liderazgo político fuerte capaz de enderezar el rumbo del barco ahora en aguas turbulentas. En este sentido, alcanzar el mayor consenso posible entre los principales partidos y agentes sociales puede resultar un factor facilitador añadido, aunque no sea imprescindible. Resulta apremiante un plan de consolidación fiscal que corte la hemorragia de gasto público. Es importante que la reducción del gasto público incluya partidas estructurales, reducción del tamaño de las administraciones (otro sector sobredimensionado durante la etapa expansiva), y de las grandes partidas que sustentan el Estado del Bienestar. Todos tendremos que hacer sacrificios en el ajuste, pero estos son inevitables si queremos depurar los excesos del pasado y reemprender cuanto antes la senda del crecimiento sostenido, así como mantener la viabilidad del sistema en su conjunto.

En paralelo al plan de consolidación fiscal, y como ya hemos apuntado, resulta igualmente apremiante el empezar el abanico de reformas que puedan contribuir a detener la destrucción de empleo y tejido empresarial y que permitan la reabsorción por el mercado laboral del elevado número de parados que acumula nuestra economía. Entre otras, una reforma laboral con dos elementos fundamentales. Por un lado, la descentralización de la negociación colectiva, que permitiría una mayor flexibilidad del ajuste entre empresa y trabajadores que no dañase la competitividad futura de la compañía y asegurase su viabilidad. En efecto, con carácter general, los convenios colectivos de ámbito sectorial han venido fijando incrementos salariales más elevados que los establecidos en el ámbito individual para cada empresa, por lo que el tejido empresarial ha estado sometido a una mayor presión en sus costes, con la correspondiente pérdida de competitividad en los últimos años, reflejada entre otros indicadores, en nuestro abultado déficit comercial.

Por otro lado, resulta igualmente importante flexibilizar el mercado laboral incluyendo nuevas modalidades contractuales que no disuadan la contratación. En efecto, la falta de flexibilidad a la hora de fijar una parte nuclear de las condiciones laborales debido a nuestro actual modelo de negociación colectiva hace que muchas compañías se vean obligadas a recurrir al contrato temporal de forma masiva. En suma, se ha de facilitar una mayor capacidad de organización interna e introducir modalidades de contratación permanentes que se ajusten mejor a la realidad de cada compañía.

Por último, es necesaria una simplificación de la normativa existente, sobre todo en el ámbito laboral y fiscal que tanto impacto tiene sobre nuestras empresas. Reducir los costes de transacción para facilitar la creación y materialización de empresas. En la actualidad, el entorno administrativo resulta una carga adicional para las empresas. No sólo se trata de regular menos, si no mejor. La disminución de las cargas administrativas a las empresas y la eliminación de la superposición de normas estatales y autonómicas resultan esenciales para mejorar la competitividad de las PYMES, que configuran el grueso de nuestro tejido empresarial. Como también lo son la mejora de la competencia y reformas liberalizadoras que permitan un rápido ajuste y corrección de los excesos del pasado.

En conclusión, España se enfrenta a una importante crisis de modelo económico con independencia de la crisis financiera mundial que atraviesa la economía. Es por eso que resulta esencial un paquete sólido de reformas estructurales encaminadas a liberalizar la economía y permitir el necesario ajuste y saneamiento de nuestro tejido productivo para que este pueda recuperar la competitividad y volver a crecer sobre una base sólida. Por añaduría, estas reformas resultan también indispensables para corregir las tensiones existentes en nuestro sistema bancario, y corregir los graves desequilibrios de nuestras cuentas públicas.

Luis Torras: http://luistorras.wordpress.com/2010/06/21/las-necesidades-de-la-economia-espanola/

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