Para cualquier industria, la factura del consumo eléctrico es una de las grandes partidas que afecta de forma directa su rentabilidad y la competitividad de sus productos en los mercados exteriores. De un tiempo a esta parte, nuestra política energética e industrial ha sido errática y sin objetivos claros. Ahora, en tiempos de crisis, esta falta de previsión y de ideas claras se hace todavía más visible. Es necesario un cambio de rumbo urgente en nuestra política energética para no lastrar nuestro tejido industrial y a la postre nuestra ansiada recuperación económica.
Cualquier modelo eléctrico tiene que cumplir con tres objetivos fundamentales: garantía de suministro, competitividad y respeto medioambiental. Todos ellos igual de importantes. En la actualidad, disponemos de diversas fuentes de energía primaria que van desde la nuclear hasta las renovables, pasando por el carbón o la hidráulica. Todas ellas son necesarias, y cumplen diferentes funciones dentro del sistema: unas haciendo de fuente base, nuclear, y otras para cubrir puntas, hidráulica, gas o renovables. Un mix efectivo es esencial para garantizar la calidad del suministro y la competitividad del sistema en su conjunto.
De un tiempo a esta parte, España ha ido acumulando una complejísima y poco clara estructura de subsidios y primas a las energías renovables y al carbón que han incrementado peligrosamente el coste de nuestro modelo energético. Por añaduría, la infrautilización de la infraestructura gasista (España es el segundo país, por detrás de Japón, en capacidad regasificadora instalada), o las inversiones en red necesarias para acomodar la creciente oferta en renovables encarecen todavía más el sistema. Según datos del Eurostat, España ha pasado del decimosegundo al octavo puesto en el ranking de precios energéticos más altos de la Unión Europea en un solo año. Necesitamos revisar nuestro modelo para garantizar su competitividad y no lastrar la delicada situación de nuestra economía.
La energía nuclear, pese a su rechazo histórico entre amplios sectores de la sociedad, se constituye como uno de los pilares básicos de cualquier modelo energético. La energía nuclear es limpia, asegura el suministro eléctrico, y garantiza la competitividad del sistema. EE.UU., Alemania, Suecia, Suiza, Francia, o economías emergentes como China o India, entre otros muchos países, están revisando al alza sus planes con respecto a las centrales nucleares: construyendo nuevos reactores o alargando la vida de los ya existentes. En un entorno globalizado, es imprescindible tener un sistema eléctrico competitivo si se quiere seguir aspirando a ser una potencia industrial.
En la actualidad, España cuenta con un mix más o menos equilibrado de su producción: 30% gas, 18% nuclear (8 reactores), 13% eólica, 12% carbón, 10% hidráulica, y un 17% con otras fuentes. Sin embargo, parece que desde el ejecutivo de la nación existe una obsesión en pro de las renovables, extremadamente caras y poco competitivas, y en contra de la nuclear. Hace unos meses, el gobierno, por real decreto decidió cerrar la central de Garoña, que figura en todos los rankings como una de las centrales más seguras y eficientes, en 2013. Esta decisión dista mucho de ser óptima y es un paso en la línea opuesta a la tendencia observada entre las principales economías industriales del mundo.
La energía que deje de producir Garoña, será sustituida por gas o carbón, no mediante renovables ya que es físicamente es imposible. En suma, anticipar el cierre de Garoña no hará otra cosa que aumentar los costes de la totalidad del sistema sin aportar ninguno de los beneficios. Ciertamente, ninguna de las cosas que le hacen falta a nuestra debilitada economía. Es necesario revisar dicha decisión, y equilibrar el modelo energético en base a las fuentes más eficientes, complementándolas con energías renovables que, hoy por hoy, son sólo un complemento del sistema, pero en ningún caso la solución completa a las necesidades energéticas de nuestra economía y sociedad en su conjunto.
Luis Torras: http://luistorras.wordpress.com/2010/04/13/energia-y-competitividad/
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