TOP

Derecho y Privilegio por Guillem Laporta

Supongamos lo siguiente. Quiere usted deshacerse de un vetusto mueble que antaño adornaba su casa. Para ello da a conocer su intención de venderlo mediante anuncios en los periódicos. Suena el teléfono y un anticuario decide comprárselo. Acuerdan los flecos del intercambio y ambos firman el contrato de compraventa.

Ahora imaginemos que tiene lugar el mismo intercambio con la sutil diferencia de que el comprador se apodera de su mueble sin remunerarle a cambio. Vaya, que le han robado y se le ha quedado cara de tonto.

En este segundo supuesto es posible que decida tomar medidas y denuncie el pillaje. No obstante, le comunican en comisaría que no puede proceder contra el ladrón puesto que la Constitución reconoce como derecho el hurto de muebles.

Muy jovial relato. Pero vayamos al fondo de la cuestión. ¿Puede considerarse algo un derecho por la mera circunstancia de que sea reconocido por un ordenamiento jurídico? Si así fuese nada impediría llamar derecho a la extorsión, a la tortura o al asesinato. Solo bastaría con inscribir el presunto derecho en las leyes correspondientes y valerse del mismo para actuar con impunidad. De hecho, esto mismo han practicado los Estados a lo largo de la historia bajo cualquier tipo de gobierno: esclavitud, apropiación y asesinato han sido considerados como derechos en nombre de innumerables excusas, desde voluntades divinas hasta el raído ‘bien común’.

Volviendo al ejemplo, ¿podemos decir que el anticuario tiene derecho a robar la pieza de mueble aunque la Constitución así lo reconozca? La respuesta es que no, sólo dispone de un privilegio. El privilegio, pues, se origina cuando se otorga a un particular o a un grupo la potestad legal de violar los derechos ajenos.

Pero, entonces, ¿qué son precisamente estos derechos? Los derechos son preceptos naturales que emanan de la humanidad del hombre y que le permiten disponer de su libertad y le obligan a respetar la de sus semejantes.

El derecho más inmediato es el de la posesión del propio cuerpo. Yo soy dueño de mi cuerpo y nadie más lo es. Los demás son propietarios de sus cuerpos respectivos. Tengo el derecho de hacer de mi cuerpo lo que considere oportuno mientras no invada la propiedad del cuerpo de los demás. Como propietario de mi cuerpo puedo utilizarlo para alcanzar los fines que estime oportunos. Para ello puedo valerme de medios que pasan a ser de mi posesión si los adquiero mediante intercambios libres o tomándolos de la naturaleza si nadie los detentaba antes. Vemos como la propiedad en sentido amplio es el único derecho de que disponen los hombres: la propiedad del cuerpo –la vida- la propiedad de dirigirlo –la libertad- y la propiedad de los medios con que uno satisface sus necesidades –propiedad de bienes en sentido estricto-.

Cualquier acto que viole el derecho a la propiedad es por definición injusto, puesto que la justicia consiste en respetar el derecho de propiedad que retienen los hombres por el hecho de existir. Así, pues, un privilegio es injusto ya que faculta a alguien para transgredir nuestro legítimo derecho a la propiedad.

Distinguir derechos de privilegios no debería ser tarea difícil. Por ejemplo, rehuir mediante la fuerza a un agresor es un derecho. Arrancar de un estafador los bienes de los que se ha ilegítimamente apoderado es un derecho. Intercambiar voluntariamente bienes y servicios es un derecho. Un derecho también es hacer añicos la propia casa o beber lejía hasta perder la conciencia… o la vida.

Por el contrario, un privilegio es, como en las cortes monárquicas, valerse del trabajo ajeno para sustentarse una ociosa vida, poseer una concesión gubernamental para fabricar o comercializar determinados productos impidiendo la entrada de la competencia. Pero también lo es percibir un salario mínimo obligatorio o cobrar un subsidio de paro. Un privilegio es poder expropiar una finca porque a alguien se le reconoce el supuesto ‘derecho’ a viajar en línea recta por autopista.

El derecho se distingue del privilegio porque basta con la omisión de la violencia para hacerlo efectivo. Si no robo, no mato o no esclavizo estoy, de facto, afirmando el derecho de propiedad de los demás. Pero si alguien quebranta mi propiedad estoy legitimado a transgredir la suya con el fin de proteger la mía que está siendo amenazada, de dar castigo al infractor y de obtener una compensación por los daños sufridos. Así, pues, la violencia en el campo del derecho se ejerce de forma secundaria y sólo para impedir y sancionar la vulneración de la propiedad.

El privilegio, por el contrario, requiere el uso activo de la violencia y, por tanto, conlleva la negación inmediata del derecho. De ahí que el Estado, monopolio de la violencia por excelencia, sea el mayor creador de privilegios. Para ejemplificarlo: conceder un supuesto ‘derecho’ a la educación equivale a negar el derecho de propiedad sobre la riqueza de aquellos obligados a financiarla. Defender el ‘derecho’ al trabajo es proclamar a los cuatro vientos que los empleadores no tienen derecho de propiedad sobre sí mismos, pues estarían obligados a contratar en contra de su voluntad a cualquier parado que reclamara la ejecución de tal falso derecho. A todos nos asiste el derecho a poner a disposición de oyentes o compradores las ideas o datos que creamos convenientes, es decir, en definitiva, el derecho a la propiedad de nuestro cuerpo para emitir sonidos con significados concretos o bien el derecho a la propiedad de un lápiz y una hoja de papel para imprimir en ella nuestros pensamientos. Pero reconocer el ‘derecho’ a la información implica negar el auténtico derecho a la propiedad de uno para callarse los asuntos que desee. Así, para garantizar el presunto ‘derecho’ a la educación, al trabajo y a la información, el Estado debe primero utilizar la violencia para robar u obligar a alguien: concede un privilegio a unos a costa del derecho de otros.

Sea en forma de artículo constitucional, de mandato divino o de precepto moral, un privilegio es siempre un privilegio e invocar a él es un acto de injusticia. El derecho es universal e inmutable, es el reconocimiento del individuo en la convivencia con los demás. Propongo una mirada rápida a cualquier carta de ‘derechos’, ¿Cuántos de ellos verdaderamente lo son?

Por Guillem Laporta

25 de octubre de 2010

5 comentarios:

  1. Anónimo

    [Comentaris de l'Eugenia E, no vull sé pas anònima! Assumeixo les idees com el Guillem i els demés bloggers...]

    Premisses:
    1. No existeix cap dret absolut, ni il•limitat. Ni tant sols el Dret a la vida, pilar de tots ells. Ex.: el dret a la propietat privada no es superior a la dignitat humana, integritat física (Cf. Beber lejía, suïcidar-se). A més, dit de pas, quins principis té el Liberalisme, com a marc de drets i regles? Pot portar nombroses contradiccions conservar únicament i exclusivament el dret a prop. Privada, sense velar per la vida, la llibertat i la integritat física, ni la igualtat de dret (Cf. Poligamia, per exemple, que per molta voluntat, vulnerar el dret fonamental de la igualtat i és una clara discriminació de la dona).
    2. En tot cas, hi ha un conflicte entre drets (ex.: llibertat d’expressió-injurias y calumnias); i una primacia del Dret a la Vida.
    3. NB: veure el dret, no únicament el dret a la propietat privada, sinó un conjunt de drets, que en molts casos entren en conflicte i es limiten entre ells mútuament. És un conjunt. No un sol aïllat.
    4. El concepte de dret en sí, no ho integra tot. Un dret, per definició es positiu i protegeix un bé. Un mal en sí (ser esclau) no pot pas ser un dret. En la teoria del Dret, es diferencien els drets, de les facultats, de les competències. No tens dret a suïcidar-te perquè afectaria a la teva dignitat i integritat física, per molt que ho desitgessis. Està penat en el Códig Penal. Encara que, de facto, sí pots fer-ho.
    5. El dret és intrínsec a l’home que viu en societat , en una comunitat civil i política. En convivència, en cooperació, no pas sol des de una perspectiva individualista (concepte Rousseau, contracte, home salvatge  home civilitzat). Aquí, soc potser i segurament massa sintètica, però si vols ja en parlarem. Defenso més aviat el concepte jurídic aristotèlic-Sto Tomas de Aquino. Reconèixer i protegir el dret a la propietat privada no significa pas que tinguis un dret il•limitat i absolut. Existeixen injustícies que no depenen pas de la voluntat de l’home. Hi han desigualtats que son justes i altres injustes.

  2. Anónimo

    [Eugenia E, suite]

    CONCLUSIÓ:
    Ets molt dogmàtic, i només per tal d’acomplir les teves regles del joc –mitjans liberals/anarcho-libertarian-, acceptaries i consideraries just i acceptables, unes conseqüències indignes, inhumanes i deplorables. I jo no. Per tal de preservar la persona humana, la seva dignitat, integritat física, la seva llibertat i propietat privada; els mitjans depenen de molts factors. Per començar, els espacio-tempral, el historic, el sociologic, el economic, el fiscal... i sempre dins d’un marc, al cas concret. I els mitjans, son maleable, flexibles, movibles, canviants. Els objectius generals i abstractes (felicitats, bon nivell de vida, justícia, eradicació de la pobresa, igualtat d’oportunitats, educació, etc. Són estables, encara que el grau d’exigència, la composició anirà variant). Ara bé, no deixaré morir a gent, de gana a nens, en una societat analfabeta tot i respectant a raja tabla els mitjans. Tampoc proclamo una societat comunista, ni molt menys, però si ponderació, equilibri. Des de un punt de vista teleològic i antropològic, em sembla un plantejament perillós, inhuma i cruel. Encara que coneixent-te, ets molt bon noi, Guillem!

  3. Anónimo

    Entre les premisses i les conclusions, vé el seguent: perdoneu la meva falta de costum!

    PLANTAJEMENTS I COMENTARIS
    6. Aquesta dea tant liberal del s.XVIII de la voluntat pròpia té la seva més clara personificacio en la Monarquia de Dret diví i en el Totalitarisme, on ja no es contempla dos plans, un de la voluntat divina i l’altre de la voluntat humana.
    7. Com a catòlica tinc un sincer conflicte en quant a la conceptualització de la voluntat humana, que considero limitada i dependent.
    8. El acte més voluntarista del home és el suïcidi
    9. Voluntarisme entès fins a les seves ultimes consequencies, jugant una mica amb la ciència ficció, la biotecnologia, i la medicina, per l’home voluntarista li deu ser insuportable haver nascut sense poder “escollir-ho”. En vers de rebre-ho com un misteri, com un dó; es considera negatiu perquè està vetat al voluntarisme l’home no ha escollit ni el seu caracter, ni el seu aspectem ni les seus pares, ni el seu pais. La qual cosa ens porta a la manipulacio genetica, més gran i futur acte de voluntarisme que acabarà negant l’essència del ser humà: tenir l’essència preexistent a l’existencia. Ho veig, a nivell psichanalista, com un acte de vangança del fill cap el Pare.

  4. Anónimo

    suite dels comentaris...

    10. Portant el teu plantajament i els teus arguments en aquest altre realitat, ens portaria a la negació del ser humà.
    11. El dret a l’educació, considero que es una inversió a llarg termini, peruqè et surt més a comptar educar als teus ciutadans/fills/nebots/veins/compatriotes per: 1.evitar violències i inseguretat, crea riquesa i creixement, amb mercats diferenciats, descubriments i investigació... la qual cosa, t’afectarà i et serà util i positiu. I aixó ni m’ho plantejo. A més, el dret a l’educació és plenament un dret, ja que potenciar i desenvolupar a la persona.

  5. Anónimo

    Es un magnífico artículo sobre la auténtica naturaleza de los derechos, un concepto tan pervertido por los políticos en busca de su beneficio egoísta, claro está.

    Felicito al Instituto por publicar con tanta valentía en ese reducto del pensamiento (si así puede llamársele) estatista y socialista.
    Saludos. Jorge.